Busco relación estable, que comparta mis intereses, que le gusten los niños y… que pague bien.
Estar en paro se parece mucho a buscar pareja. La desesperación se te nota en la cara. Rezumas un aromilla a perro abandonado. Y, seamos sinceros, ¿quién quiere un perro abandonado? Por algo le habrán abandonado, ¿no?
Tú mismo estás convencido de ello. Nadie me va a querer versus contratar nunca, no valgo para nada.
De pronto se abre el cielo y alguien se apiada de ti. Seguramente, ese alguien es una de esas personas que sólo se sienten bien cuando rescatan a otros como tú, salvadores patológicos los llamo yo.
En resumen, encuentras novio versus trabajo y te transformas en un ser seguro que destila un perfume a perro doméstico al que todos quieren. Y, seamos sinceros, por algo le querrán, ¿no?
Así que empiezan a surgirte muuuchas opciones de amor versus trabajo.
Cuán contradictorio e injusto es este principio. ¡¡Pero cuán cierto!!