de paro y pareja

Busco relación estable, que comparta mis intereses, que le gusten los niños y… que pague bien.

Estar en paro se parece mucho a buscar pareja. La desesperación se te nota en la cara. Rezumas un aromilla a perro abandonado. Y, seamos sinceros, ¿quién quiere un perro abandonado? Por algo le habrán abandonado, ¿no?

Tú mismo estás convencido de ello. Nadie me va a querer versus contratar nunca, no valgo para nada.

De pronto se abre el cielo y alguien se apiada de ti. Seguramente, ese alguien es una de esas personas que sólo se sienten bien cuando rescatan a otros como tú, salvadores patológicos los llamo yo.

En resumen, encuentras novio versus trabajo y te transformas en un ser seguro que destila un perfume a perro doméstico al que todos quieren. Y, seamos sinceros, por algo le querrán, ¿no? 

Así que empiezan a surgirte muuuchas opciones de amor versus trabajo.

Cuán contradictorio e injusto es este principio. ¡¡Pero cuán cierto!!

de cuchara y madurez

Cuando eres joven la cuchara no puede presagiar nada bueno. Sopa, puré ¡puaj!, cremas, potajes…

Pero el tiempo pasa y llega un día en el que tus padres dejan de decirte eso de “pues si no te gusta, ¡lentejas!”. Y ese mismo día empiezas a apreciarlas.

Un plato de cuchara significa calor hogareño. Significa que alguien ha estado desde las once de la mañana haciéndote la comidita.

Cuando eres mayor ya nadie piensa en tu comidita, piensas tú en la de los demás. Por eso comer un plato de cuchara es tan reconfortante. La cuchara significa protección. Hasta su misma anatomía parece que busca abrazar.